En un artículo publicado en Archives of Internal Medicine del 24 de Julio de 2006, investigadores de varios departamentos de Geriatría, Epidemiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de universidades de Estados Unidos y de la Universidad de Lausanne, Suiza, se proponen estudiar en ancianos las relaciones entre el consumo de alcohol con la mortalidad debida a todas las causas y los accidentes cardiovasculares, así como evaluar si estas relaciones son mediadas o modificadas por la presencia de marcadores inflamatorios.
Existen datos a favor de que los niveles elevados en sangre de marcadores inflamatorios, como la proteína-C reactiva (CPR)y la interleukina-6 (IL-6), predicen el comienzo de los accidentes cardiovasculares así como la mortalidad, identificando individuos con riesgo elevado de accidentes cardiovasculares.
Recientes estudios han mostrado que el consumo ligero o moderado de alcohol se asocia con niveles más bajos de marcadores inflamatorios en sangre (CPR y IL-6), por lo que se ha sugerido que el alcohol podría modular la producción de la IL-6. Estos hallazgos han sugerido que el efecto protector del alcohol podría ser mediado a través de su efecto anti-inflamatorio.
El análisis incluye 2.487 individuos, con edades entre 70 y 79 años (edad media 73,5 años, de los que el 55% eran mujeres y el 41,8% eran de raza negra) los cuales, en la línea de partida del estudio, no presentaban enfermedad coronaria o insuficiencia cardiaca.
El conocido efecto anti-inflamatorio del consumo moderado del alcohol no parece explicar estos efectos beneficiosos. El beneficio neto del consumo ligero o moderado del alcohol puede variar en función del sexo, la raza y los antecedentes cardiovasculares.
Desde este punto de vista, las recomendaciones sobre el consumo del alcohol deben basarse, como todo consejo médico, en una cuidadosa evaluación de los riesgos y beneficios para cada individuo, en el contexto de un tratamiento adecuado y del control de los establecidos factores de riesgo cardiovasculares.